Este ogro
que la imaginación creó
por la gracia de tu mirada
en la realidad se desvaneció.
Y si en un mar
de espesa incertidumbre
éste habitó,
encontrársele puede hoy
por arboleda caminando
con la sonrisa
que de un niño hurtó
con la lumbre en el corazón
que cierto ángel encendió.
El poder del encanto
saberlo solo puede el hado
pero tan necio y osado
es este vasallo
que ciego o mutilado
pugnaría hasta el desmayo
por seguir contemplando cielo
con estrella adornado.
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