viernes, 5 de marzo de 2010

IV




Este ogro

que la imaginación creó

por la gracia de tu mirada

en la realidad se desvaneció.




Y si en un mar

de espesa incertidumbre

éste habitó,

encontrársele puede hoy

por arboleda caminando

con la sonrisa

que de un niño hurtó

con la lumbre en el corazón

que cierto ángel encendió.



El poder del encanto

saberlo solo puede el hado

pero tan necio y osado

es este vasallo

que ciego o mutilado

pugnaría hasta el desmayo

por seguir contemplando cielo

con estrella adornado.




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